30 enero 2014

Mariposas en el estómago




¿Cómo puede ser posible que el mismo cosquilleo, ahí, justo detrás del ombligo, conquiste a tantas personas?



No sé cómo controlar esa sensación, no sé si llamarlo nervios, amor, ansiedad o deseo por verte frente a mi e intentar no desplomarme. Estoy tan confundida y llena de emociones (que a su vez me confunden más), y también tan llena de felicidad, que apenas puedo mantener la calma. Estas sensaciones de hormigueo comienzan desde que, por mi balcón, se asoman unos pequeños y suaves rayitos de sol que chocan en mi cara y provocan que mis ojos se abran, para poder ver (gracias a Dios) un nuevo día. ¿Pero acaso es despertar lo que provoca esas sensaciones? No, solo despertar no las provoca, si no, todos los seres humanos padeciéramos de estas cosquillitas adorablemente tormentosas en el estómago. Lo que las ocasiona son mis pensamientos hacía ti, y esto se complementa con un par de letras plasmadas en mi celular, con tu firma en ellas… Y, otras veces tus notas de voz me llenan de alegría y esperanza. 

Transcurre la mañana como de costumbre, la monotonía del día a día, que aunque sea pariente de la rutina, siempre me trae algo que sobresale y cambia la manera en como siento cada día. Las sensaciones de mariposas en el estómago que no cesan, sólo bajan un poco de intensidad, pero no se apagan, no duermen, parece solo, que tomaran un descanso. Al llegar la tarde vuelvo a saber de ti, eso ocasiona que mi cuerpo se active nuevamente, aumentan mis pulsaciones cardiacas y mis deseos por verte. En ocasiones sé que estás trabajando, o realizando algo que no permite nuestra unión con un par de letras, pero ni siquiera eso hace que estas sensaciones en mi panza desaparezcan.

Al caer el sol, sólo puedo agradecerle a Dios por el maravilloso día que acaba de pasar, y  nuevamente, las mariposas en mi interior hacen presencia con una intensidad mucho mayor, para que no me olvide de agradecerles a ellas también por dibujarme esa sonrisa inmensa que dura más que solo un par de horas, ¡Esa que dura mucho! ¡Y que no quiero que acabe nunca!  

Y justo cuando decido ir a dormir, estas mariposas comienzan a despertar, ellas tienen el horario al revés, pasando de un cosquilleo suavecito por la mañana a unos fuertes revoloteos en las noches. Pensando en esto descubrí porqué las mariposas juegan conmigo y vuelan solo de noche en mi estómago: Al caer la luz de la luna sobre mi balcón, baja la temperatura, y el final del día me dice que se acabó, es un día menos a la espera de tu llegada a esta ciudad, de tu cara frente a mis ojos, y nuestras ilusiones hechas realidad.  

Al final llegué a la conclusión de que tu eres la medicina a estas maripositas en mi interior. 

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Escrito por: Carla Salinas
Editado por: Jefferson Maldonado

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